lunes, 7 de mayo de 2012

Lo peor llega por las noches, cuando el techo me mira fijamente con esa mirada maternal que delata los secretos. Entonces le confieso, bajo el foco del insomnio que me tortura sin dejarme dormir, cada camino del laberinto de mi mente. Pero su secreto profesional no hace eco de soluciones; simplemente me obliga a decir en pensamiento alto la lista de mis complejos rompecabezas, o de mis complejos a secas.

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