jueves, 26 de agosto de 2010

Lo-cura.


Esa es mi "enfermedad". Vivo la vida, cometo estupideces por placer, me cuestiono lo incuestionable, grito si lo necesito esté donde esté... Me da igual el planeta Tierra, pero protejo mi mundo: vivo, estúpido, cuestionablemente incuestionable, emotivo y seco.
Pero mi "enfermedad" es la cura. Locura. Lo-cura. Lo cura TODO y una vida no es NADA sin ella. Supongo que todo depende del destino: unos están destinados a vivir trajeados hasta su fin (un ataque al corazón por el estrés o demasiado colesterol), otros estamos destinados a buscarnos (aunque no siempre a encontrarnos) en el universo...
Por eso existen los calendarios, las normas, el gobierno, la sociedad... Para tachar lo bueno de "enfermedad" y propagar la consumición disfrazando la felicidad.


Yo me consumo a mí misma.

viernes, 13 de agosto de 2010


Son las cuatro de la mañana. Ventana abierta, persiana prácticamente bajada, algún mosquito que se cuela por ella y por mi epidermis, sábanas fuera de lugar producto del insomnio... Alguna luz entra desde el exterior y veo a alguien que me observa desde el techo, ¿o será la sombra de la lámpara?. Un mínimo resplandor me permite advertir un par de siluetas humanas, ¿o es mi imaginación? Al fin y al cabo, ella es la culpable de toda idea, solución y creación en este triste mundo. Al fin y al cabo "teme a los vivos y no a los muertos". Al cabo y al fin, son los fantasmas de mi cabeza a los que temo, pero sé que los echaría en falta. Son parte de mí.
No me hablan, no me juzgan... Solo escuchan y mira, como los tristemente casi felices espectadores de la tragicomedia vida mía.
Son pasado y presente.
Son mi condimento.
Soy yo.

viernes, 6 de agosto de 2010

A poseidón:


¿Sabes qué es el mar? Un puñado de almas en la marejada de su vida. Se forma la ola a medida que el valor aumenta para avanzar en la vida, asciende con cada triunfo y va rompiendo a medida que la ley de "lo bueno es breve" se cumple. Luego rompe del todo con cada fracaso y, si es uno muy importante, se forman remolinos que arrasan con todo y todos. Finalmente está la fase en que la marea tiende a arrastrar las recién rotas olas hacia el interior, negándoles el avance hacia la costa, hacia la vida...
Pues bien, la mía es una pequeña ola llena de espumosa ilusión. Es salada como ninguna otra para atacar la vista de aquel que se atreva a abrir los ojos en mi interior. Todas las olas rompen hacia la derecha... Pues la mía hacia la izquierda, chocando con todas. Entre ese detalle y que mi corta vida se basa en fracaso tras fracaso, puedes imaginarte la de remolinos que he provocado. Nunca he avistado la orilla de momento, y la verdad es que temo que la corriente me arrastre hacia el centro justo del océano.
He visto casos cercanos de almas cuya ola ha crecido y avanzado desmesuradamente durante kilómetros y ha arrasado con la propia costa hasta romper en el interior de las tierras, fruto del mayor triunfo de una vida. No quiero eso, me vasta con crecer y romper, crecer y romper... Pero avanzar.

Joder.

miércoles, 4 de agosto de 2010


Cómo me gustan los chicles de hierba buena, los libros en francés, besar, las patatas fritas con huevo, que me escriban historias, los ancianos y los niños, las canciones antiguas, el Sol, la Luna, los tatuajes, las pecas y lunares, el mar, bailar bajo la lluvia, las uñas rojas, Bob Esponja, las camisetas y sudaderas anchas, la fotografía, las moras&el-olor-a-mora&el-morado, las voces graves, el italiano, la Coca-Cola, los perros, cocinar, las pipas "Tijuana", ducharme con agua templada, restallarme los nudillos, los morenos, los peinados atrevidos, tener un futuro incierto, estar en el sofá con una manta las tardes de invierno, ver fotos del pasado, las palabras, llevar solo un pendiente, regalar, el agua, los sugus de frambuesa, el olor del champú&de-libros-antiguos&peluquería&de-bebé, las medias rotas, desayunar, dormir hasta las 14:00, nadar, las sorpresas, cambiar de letra, las películas de miedo y luego arrepentirme de verlas, cometer locuras, hacer reir a la gente, no dormir por la noche, el leopardo, los "Minis", las series de los 80's, el pelo larguísimo y el cortísimo, pasar días fuera de casa, París, los hombres, las gorras&sombreros, mi colchón, los números impares, la libertad, mi apellido, dibujar, los asuntos cuadrupolares, mis chaquetas de cuero, las bicicletas antiguas, una película sin palomitas, tomar el sol, abrir con las llaves una puerta, llegar a casa tras un día lluvioso, los nombres extraños, los viejos amigos, las rosas rojas y las plantas carnívoras, los relojes de bolsillo, la puntilla de la ropa interior, la letra cursiva, los "ect"&"cía" e "idem", los zumos de naranja y los de limón, los labios carnosos y rojos, las piezas de piano, las camisas de cuadros, los que huelen bien sin usar colonia, soñar, las tildes...
Los pequeños detalles.

domingo, 1 de agosto de 2010

¡Lo siento!


¿Por qué ser tan pesimista? Cuando alguien dice un "lo siento" es porque ha hecho algo mal y espera un "no pasa nada"...
No, yo digo "perdón" y espero un "no pasa nada". Cuando digo "lo siento" es porque siento algo bueno: a la música, el calor de un repentino rayo de Sol entre las frías sombras, la felicidad del roce de la arena por primera vez en verano, la pena de darte cuenta de que los personajes de aquel mágico libro no existen en realidad, las caricias de manos amigas, porque te siento a ti...
Sentir que siento.