jueves, 6 de enero de 2011

Emociónate.


Piensa en lo que quieras: en tus familiares perdidos por muerte o enfados, en tus verdaderos apoyos a lo largo de la vida, en el dolor de un amor, en el bien de otro, en los niños moribundos de África, en tus más o menos felices hijos, en los bisones, en tu perro, en la muerte, en los placeres de la vida, en un futuro bueno, en un pasado malo...
Si te lo facilita, escucha una canción que te recuerde a esa persona (para bien o para mal), una historia ajena conmovedora, una voz que te aterrorice...
Si te inspira más, vete a donde desees. Me vale la orilla del océano, un rascacielos en una ciudad sin mar o la misma calle principal de tu ciudad, pero:

EMOCIÓNATE, ¡LLORA!

No hay nada mejor que llorar de alegría o descargar tu alma llorando como jamás lo habías hecho. Eso cura.

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