viernes, 13 de agosto de 2010


Son las cuatro de la mañana. Ventana abierta, persiana prácticamente bajada, algún mosquito que se cuela por ella y por mi epidermis, sábanas fuera de lugar producto del insomnio... Alguna luz entra desde el exterior y veo a alguien que me observa desde el techo, ¿o será la sombra de la lámpara?. Un mínimo resplandor me permite advertir un par de siluetas humanas, ¿o es mi imaginación? Al fin y al cabo, ella es la culpable de toda idea, solución y creación en este triste mundo. Al fin y al cabo "teme a los vivos y no a los muertos". Al cabo y al fin, son los fantasmas de mi cabeza a los que temo, pero sé que los echaría en falta. Son parte de mí.
No me hablan, no me juzgan... Solo escuchan y mira, como los tristemente casi felices espectadores de la tragicomedia vida mía.
Son pasado y presente.
Son mi condimento.
Soy yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario